30Sep
El microcemento es un material tendencia en la actualidad. Se trata de un revestimiento continuo que está formado por dos componentes, microcemento en polvo y resina líquida. De su mezcla resulta una pasta uniforme, que puede combinarse con pigmentos de colores, ideal para aplicar en suelos, paredes o techos.
El material destaca por una extraordinaria adherencia sobre casi todo tipo de superficies, por lo que es ideal para cubrir sin necesidad de levantar el revestimiento existente. Así, se puede aplicar encima de hormigón, cemento, azulejos, baldosas, yeso, pladur, metal, plásticos, gres, mármol, piedra…
Hablamos de un material de construcción que gracias a su gran versatilidad, permite resultados muy creativos, ya que se ajusta a diferentes necesidades. Además, es resistente al agua y altas temperaturas, por lo que se puede usar tanto en exteriores como en interiores, incluyendo cocinas y baños.
Pero la instalación del microcemento presenta una serie de problemas a tener en cuenta antes de decantarse por su uso. Los plazos, la superficie de aplicación, la calidad del trabajo, las reparaciones y el lijado son los problemas a los que enfrentarse con este tipo de material y que, a continuación, desgranamos.
Aplicar correctamente el microcemento requiere una técnica precisa y es muy importante cumplir los plazos que las capas requieren para su correcta compactación.
Así pues, para las paredes, hablamos de un término de entre 3 y 4 días, mientras que para los suelos se amplía hasta la semana.
Estos tiempos están siempre condicionados por el estado en el que se encuentre previamente el soporte y lo que les cueste de secar a cada capa del microcemento, hecho que puede verse influido por las inclemencias meteorológicas y ambientales.
Es completamente recomendable no meter prisas en su acabado, ya que un mal secado hipotecará para siempre la estructura y consistencia del material.
Si bien hemos comentado que el microcemento se adhiere a prácticamente todos los materiales, hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones hay que realizar un trabajo previo a su aplicación.
Que la superficie de aplicación esté en buenas condiciones garantizará que el nuevo material se coja adecuadamente. Pero si por contra, la base tiene problemas y no se solucionan previamente a la aplicación, estos daños repercutirán en el microcemento y su consistencia.
Por ejemplo, si se va a actuar sobre azulejos, es clave comprobar que estos están bien fijados, ya que de lo contrario, al aplicar el microcemento, el azulejo puede desprenderse de la pared y, en ese caso, esa parte del nuevo material perdería su fijación a la estructura.
En los suelos, una buena opción es contar con una malla de refuerzo, ya que ofrecerá mucha más consistencia al microcemento. Y, por supuesto, es indispensable comprobar que cualquier superficie sobre la que se vaya a aplicar el material esté firme y nivelada.
Aplicar microcemento es un trabajo delicado y su acabado final perfecto requiere de una aplicación minuciosa. Por ese motivo es muy importante contar con profesionales cualificados que cuenten con una formación adecuada para trabajar con estos productos. Las capacidades de los operarios y la calidad de los materiales marcarán mucho el resultado final.
Tratamos con un material continuo, sin juntas de dilatación, con lo que la tensión que provoca los cambios de temperatura, los asentamientos, las vibraciones… pueden provocar fisuras, grietas, manchas, ondulaciones o burbujas.
Estos problemas no deben existir si, por una parte, la aplicación se ha realizado siguiendo al milímetro las instrucciones del fabricante. Y tampoco si los materiales utilizados son de calidad, ya que estos son lo suficientemente elásticos en las capas inferiores como para absorber los movimientos y evitar que se trasmitan a la capa superior ejerciendo de resistencia.
Si finalmente aparece alguno de los problemas anteriores o el microcemento se ha visto dañado por abrasiones o desconchones por golpes, hay que reparar, aunque el proceso no sea sencillo.
Como se ha visto con anterioridad, se trata de una superficie continua, sin juntas, de manera que las reparaciones hay que hacerlas por zonas grandes para evitar que se note el cambio. Esto supone siempre una actuación importante, además de sumar el reto de conseguir que el nuevo acabo quede igual en forma y color que el anterior para que no se note la diferencia.
A lo largo del proceso de instalación del microcemento, deben realizarse tareas de lijado para corregir posibles irregularidades entre las capas, para eliminar rebabas o crear puntos de anclaje para incrementar la adherencia entre capas. Y en finalizar su colocación, para ofrecer un aspecto liso y brillante cambiado con una textura suave.
Pero para el proceso, hay que tomar una serie de precauciones. Primero, hay que confirmar que la capa está completamente seca, teniendo en cuenta que, dependiendo del grosor de la misma, puede llegar a las 8 horas antes de poder empezar con el lijado.
Y después, hay que realizar una correcta y efectiva tarea de limpieza. El lijado produce mucho polvo y se debe eliminar por completo antes de continuar con la aplicación de la siguiente capa. Además, es imprescindible que el operario cuente con los elementos básicos de seguridad: mascarilla antipolvo, gafas de protección y guantes.
Contar con un equipo adecuado va a marcar el ritmo y la calidad del trabajo. Una buena lijadora de mano nos permitirá obtener unos resultados óptimos y llegar a zonas de difícil acceso, como juntas o esquinas, además de tener libertad de movimiento tanto en superficies verticales como horizontales.
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